Perros de pelea

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El entrenamiento al que se someten los perros utilizados para las peleas ilegales generalmente comienza a los tres meses de vida y continúa hasta que el perro está listo para la lucha a los dos años de edad. El proceso para crear un buen perro de pelea es muy duro para este. Siendo normalmente un animal de conducta noble, el perro es sometido a un fuerte maltrato para condicionarlo a que odie a todo y a todos. Se le enseña a matar atacando los puntos débiles de los perros rivales, sobre todo el hocico y las patas. Además es común que estos perros sean atados a un carro y se les obligue a correr con el fin de fortalecer las patas. Otra técnica se denomina la noria y consiste en hacer que el perro persiga un trozo de carne que se mueve en círculos.

También está el método de la goma, en el cual el perro salta y muerde un objeto suspendido en el aire como una llanta. El perro se sostiene mordiendo el objeto al cual se hace girar mientras el animal permanece mordiendolo por largo tiempo. Esto se hace con el fin de fortalecer su mordida y su tenacidad.

En muchos países siguen proliferando las peleas clandestinas que acaban con las vidas de muchos animales y enriquecen a sus propietarios, personas por lo demás carentes de escrúpulos. Sin embargo ya se está comenzando a legislar contra ellos y contra estas prácticas tan crueles, gracias a la creación proyectos de ley que se están debatiendo y que incluyen no solo fuertes multas sino también penas de cárcel. De esta manera se busca prohibir la venta, la crianza e importación de perros de ataque como los pitbull terrier, o al menos se busca regular su tenencia. Sin embargo para la mayoría de los adiestradores, medidas políticas estrictas como las que se van a implantar en varios países durante los próximos diez años carecen de toda base científica y parten de un supuesto equivocado: la existencia de predisposición genética que hace que ciertas razas de perros sean especialmente violentas. Es decir la genética condiciona a que haya razas más agresivas que otras pero no produce asesinos.
No obstante, en la mayoría de los casos, los perros con problemas de agresividad no han sido entrenados y pertenecen a un entorno familiar normal. En el origen de la agresividad intervienen numerosos factores como ya hemos dicho y no hay que culpar innecesariamente a los propietarios, aunque en muchos casos estos no dejan de tener responsabilidad. A pesar de que su actuación no haya sido la más adecuada, hay que recordar que el propietario no es en sí un experto en comportamiento y que no ha recibido la información apropiada por parte de los que sí lo son, si bien es su deber buscar el asesoramiento adecuado.
Por lo tanto es fundamental que la persona que quiera adquirir un perro se informe adecuadamente sobre las características físicas y de comportamiento de la raza que desee adquirir, sobre todo si está buscando un perro de guardia. Tiene que analizar si tiene lo necesario para adquirir un perro potencialmente peligroso y criarlo para que sea lo suficientemente equilibrado para no ser un peligro para otras personas. Por ejemplo hay dueños que tienen perros grandes como pastores alemanes amarrados y encerrados todo el día lo cual solo contribuye a crear un perro potencialmente neurótico, una verdadera bomba de tiempo. Otros amos nunca sociabilizan al perro por lo cual este no aprende a interactuar con otras personas. También en muchos casos el animal es tratado con violencia lo cual crea como resultado un perro que responderá de la misma manera.

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