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La llegada del loro a casa

Llegada del loro a casa

En este apartado vamos a dar unos consejos básicos sobre la manera de manejar y convivir con nuestro loro. Sin embargo hay que entender que no se puede generalizar ya que suelen haber grandes diferencias en la manera de educar a un loro de acuerdo a la especie, edad y su origen. Por ejemplo, no es lo mismo un loro que ha mantenido una relación con los seres humanos desde que nació a otro que fue arrancado de su ambiente natural de forma drástica e incluso violenta por parte del hombre, lo cual probablemente le ha creado un trauma mental casi imposible de borrar. Las condiciones en que ha crecido un loro determinan mucho del carácter de este.
Un momento importante en la vida de un loro doméstico es la llegada a su nueva casa.

Algo que nos puede ayudar a comprender al animal es tratar de ponerse en su lugar. Imagínense llegar a un lugar extraño, metido en una jaula pequeña, y ver una o varias personas extrañas que lo miran y seguramente tratan de tocarlo y le dicen cosas que no entiende. Encima de eso esas personas le sonríen con lo cual le enseñan los dientes, lo cual para el loro es algo completamente extraño. Lo más probable es que ese primer día, el loro esté completamente aterrado lo cual es comprensible.

El primer día en casa

El día que llega por primera vez nuestro loro a la casa, seguramente estará estresado y asustado. Un loro que sufra de mucho estrés puede llegar a sufrir una baja en sus defensas lo que lo hace susceptible a las enfermedades. Por eso se recomienda darle un tiempo al loro para que se ubique y aprenda a confiar en nosotros y que vea que no queremos hacerle daño.
 
Debemos empezar a hablarle en voz baja y con dulzura colocándolo en un sitio de la casa lo más tranquilo posible, desde el cual pueda vernos actual con normalidad y comprobar cómo nos relacionamos entre sí los miembros de la familia y cómo actuamos cuando nos alimentamos. 
 
Es importante que el loro no vea ningún tipo de comportamiento violento lo cual seguramente lo pondrá nervioso. De preferencia, durante las primeras horas, debemos poner el loro en un sitio alto, lo cual le dará mayor seguridad ya que a las aves las alturas les dan confianza. En caso de que tengamos más aves en casa, lo mejor es guardar una especie de cuarentena y tener al recién llegado apartado de las otras aves para asegurarnos que no tenga ninguna enfermedad contagiosa. Durante este periodo hay que asegurarse que las aves no se relaciones ni lleguen a compartir utensilios, comida o juguetes
 
Con respecto al tiempo que debemos esperar para interactuar con el nuevo loro la realidad es que suele depender de la personalidad del animal. Normalmente se recomienda esperar al menos un día para que el animal se calme. Sin embargo, podemos observar al animal a la distancia para ver como se comporta. Puede afirmarse que cuando el loro comienza a alimentarse, a curiosear a su alrededor y a dormir con confianza, son señales claras de que ya está más calmado y podemos empezar a tratar de relacionarnos con él.
 
Al inicio, debemos movernos lentamente a su alrededor, evitando todo tipo de reacciones bruscas y hablándole con suavidad. Puede ser una buena idea llevar alguna golosina en la mano del gusto del loro, como maíz, maní u otros. Debemos enseñarle las manos con lentitud mientras las acercamos a la jaula, observando al mismo tiempo que reacción tiene el animal. En el caso de un loro nacido y criado en cautiverio, por lo general este proceso será rápido y en poco tiempo el animal se acercará y comerá las golosinas de nuestra mano e incluso colocará la cabeza entre los barrotes para que podamos acariciársela. No obstante, si se trata de un loro capturado en su ambiente natural, lo más seguro es que todo el proceso se alargue durante días antes de que acepte las golosinas que le ofrecemos.
 
Una vez que logramos que el loro nos tenga más confianza, podemos abrir la puerta de la jaula. Por supuesto que antes de hacer esto debemos cerrar las puertas y ventanas del cuarto y cubrir cualquier cristal o espejo con una cortina para que el loro no crea que existe una vía para escapar. Con la puerta de la jaula abierta, haremos el mismo proceso que hicimos a través de los barrotes, es decir que le enseñaremos nuestras manos, le ofrecernos comida y trataremos de acariciar su cabeza, todo con mucha paciencia en función de los logros que vayamos consiguiendo. Nunca debemos tratar de forzar al loro ya que podemos perder en poco tiempo todo el trabajo invertido en el proceso.
 
Si el loro se llega a asustar de nuestras manos, lo cual es frecuente en los loros capturados, podemos tratar de acariciarlo con un lápiz, haciéndole las caricias con la punta de este sobre la cabeza del ave. En ocasiones, el loro le tiene menos miedo a las manos del dueño que a un objeto como un lápiz.

Ahora que logramos que el loro se deje tocar

Si ya nuestro loro tiene dos o tres días en casa, se alimenta normalmente, no nos tiene más miedo cuando nos acercamos aunque nos mira fijamente dilatando y contrayendo sus pupilas con rapidez, come con timidez las golosinas que le damos con la mano y agacha la cabeza para que se la acariciemos y rasquemos, significa que finalmente el animal ya nos tiene mucha más confianza que al inicio y podemos comenzar los ejercicios más importantes y básicos para el manejo del animal.
 
Podemos comenzar tratando de sacar al loro de la jaula con nuestra mano. Para esto, podemos aplicar el siguiente procedimiento: primero comenzamos a hablarle como siempre, con suavidad y dulzura y con golosinas en la mano izquierda mientras introducimos con lentitud la mano derecha en la jaula con el dedo pulgar plegado sobre la palma, tratando de imitar en la medida de lo posible, la forma de la rama de un árbol con nuestra mano. En caso de que nuestro loro sea pequeño le ofreceremos únicamente uno o dos dedos pero si pertenece a una especie más grande como un Yaco o un amazonas le ofreceremos toda la mano.
 
Es importante que vayamos despacio pero con firmeza. Podemos acercarle la mano al loro con los dedos extendidos muy juntos y con el pulgar plegado y la colocamos delante del animal, justo por arriba de sus patas mientras repetimos al mismo tiempo “arriba” o “sube”. Es probable que al inicio el loro acerque el pico y tal vez nos dé un suave mordisco casi indoloro en cuyo caso no debemos asustarnos ni retirar la mano. El ave simplemente se está asegurando de que le estamos ofreciendo un asidero firme y que no se va a caer. En caso de que no se suba inmediatamente podemos empujarlo con suavidad sobre el pecho con el fin de estimular su instinto de trepador.
 
Una vez que el loro se suba a nuestra mano, lo premiamos con alguna golosina o una serie de palabras amables. Siempre con mucho cuidado y hablándole constantemente lo sacamos lentamente de la jaula ya puesto sobre nuestra mano. Con esto hemos conseguido algo muy importante, que nuestro loro se suba a nuestra mano y que podamos sacarlo de su jaula. Con el paso el tiempo, si seguimos sacando al loro con nuestra mano, aprenderá a asociar esta con caricias y libertad, lo cual nos será sumamente útil para continuar con su educación.

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