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Perro de guardia y de defensa

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Perros de guardia y defensa

La conducta y las aptitudes del perro de guarda y del perro de defensa son muy distintas, sin embargo erróneamente los destinamos a idénticas funciones. Es por esto que debemos definir las características de ambos grupos y advertir acerca del riesgo de emplear las razas de perros de guardia como si fueran perros de defensa y viceversa, ya que ambos roles no son intercambiables. De esta manera podemos evitar algún accidente desagradable con nuestros perros.

Un error común, cometido incluso por no pocos adiestradores, consiste en confundir los perros de guardia con los facultados para la defensa. Esto es simplemente un grave error, pues la estructura, aptitud, actitud y resolución son diferentes, y de ningún modo los roles a cumplir permiten el uso de cualquier raza. No cualquier perro es apto como perro de guardia o de defensa.
Ello se debe a que la capacidad para realizar la función responde, fundamentalmente, a la memoria genética de la raza o variedad, es decir, a la aptitud específica vinculada a sus genes, los cuales fueron moldeados durante generaciones mediante cruza selectiva que buscaba asegurar la presencia de las características físicas y comportamientos más adecuados para este tipo de tareas.
Entre los perros de guardia cabe citar al bulldog, dogo alemán (también conocido como gran danés), el fila brasilero, los mastines como el tibetano, el mastiff, el bulmastiff, el napolitano, el pran pirineo y el mastín leonés, además de otras razas como el pastor húngaro, el dogo de Burdeos y según algunos expertos, el dálmata y el basenji. Por su parte las razas más empleadas para la defensa son el pastor alemán, el dobermann, el boxer, el ovejero belga de Groenendael, el schnauzer gigante, el airedale terrier y el rottweiler. Otras razas aunque son menos tradicionales, también se han visto eficientes para la defensa tales como el ovejero belga de Malinois, el american pitbull terrier, el american staffordshire terrier, el akita inu y el sampson american bulldog.

Los perros de guardia

Los perros de guardia generalmente son animales poco sociables, muy desconfiados, que en la defensa asumen el papel pasivo, o sea que actúan más por reacción que por acción, lo que significa que no son canes que tienden a tomar la iniciativa para salir a atacar por ejemplo. Son sobre todo protectores del territorio, antes que de las personas ya que se dedican a cuidar lo que consideran su propio territorio. Dentro del espacio que se dedican a cuidar, los ejemplares de este grupo se muestran desconfiados, a veces incluso para con la familia del dueño, pero nunca agreden sin brindar advertencia previa. Al advertir la presencia de un intruso, buscan alejarlo del territorio a su cuidado, por lo cual se conforman al ver que este huye y en la mayoría de los casos prefieren no morder. Son perros que basan su función en el amedrentamiento antes que en el ataque. En la función de custodiar los bienes del dueño son 100% insobornables, siendo los mejores guardianes posibles.
Los perros de guarda generalmente muestran un temperamento vivaz, aunque suelen ser serios, si bien no es necesario que posean un gran temple, sí deben contar con buenas condiciones para la vigilancia y además tener más agresividad que combatividad. También deben poseer autonomía y resolución, pues han de cubrir su servicio a solas, sin un hombre conduciéndoles u ordenando el proceder en el caso de que descubran un intruso.
Una creencia corriente que puede tener serias consecuencias en caso de que la pongamos en práctica es la de que, para cumplir bien su labor, el perro de guardia debe estar totalmente aislado, sin ningún contacto con el mundo exterior, encerrado durante el día o atado a la cadena y liberado a la noche. Es de verdad un serio error ya que el perro aislado y marginado, sin importar su edad y sexo, se convierte en un individuo neurótico, angustiado, que agrede por temor y con poca capacidad de obrar con inteligencia, medida y efectividad, en pocas palabras se convierte en una bomba de tiempo. Casos de perros guardianes criados así son los que vemos en las noticias escapando de sus casas y atacando a las personas en la calle sin ninguna provocación y en algunos casos con consecuencias fatales. Todo perro, aun los de guardia deben ser socializados para no desarrollar comportamientos neuróticos en ellos.
Los perros de guardia se usan desde tiempos antiguos tal como lo demuestra el cave canem inscrito en un mosaico de Pompeya, en el cual se previene al extraño de que sería mordido en caso de traspasar los límites de la casa. En este caso se alude al típico perro de guardia de la época, un mastín pugnace que a juzgar por el dibujo del cartel consiste en un moloso negro, con orejas recortadas en triángulo, provisto de carlanca -collar de clavos- y sujeto a una cadena de eslabones rectangulares. De estos animales descienden muchos de los mastines actuales los cuales también son excelentes perros de guardia.

Los perros de defensa

Al contrario de los perros de guardia y de lo que mucha gente cree, el can apto para la función defensiva y eventualmente el ataque se distingue por su actitud amigable y generosa y sus lazos de amistad cercana con el hombre, al que tienen por indiscutible líder de la manada.
Acá, hay que hacer una observación importante ya hecha anteriormente en este libro pero que debe estar siempre en nuestra mente. Los perros constituyen una especie social por naturaleza, pero los de perros guardia lo son menos mientras que los de defensa conforman por así llamarlo un grupo social en el cual reconocen al humano perteneciente a su “manada” como su superior al que deben obediencia, respeto y en caso de necesidad protección. Con los perros de defensa se aprovechan los instintos de estos para proteger a la manada y combatir a quien la amenace.
En los perros de defensa, pues, la defensa asume un rol activo, situación que los capacita a afrontar cualquier amenaza hacia el humano amigo o, inversamente, a combatir contra perros y humanos «de otra manada» que para ellos sean una amenaza.
La disposición que tienen estos animales a convivir y a subordinarse al hombre y a estar junto o en medio de la gente, puede sorprender al principiante. La conducta de jauría, reforzada por la impronta, es la explicación. También puede sorprender que a pesar de este comportamiento social, de ser necesario, confronte a las personas o a perros extraños (ajenos a la familia, que funge como su jauría), lo cual queda explicado en el mismo principio de protección grupal. Incluso podría darse que el perro fuera capaz de volverse en contra de quién, anteriormente, estaba acostumbrado y unido a él, debido a que en toda manada, el puesto de líder no es fijo, ni se hereda, es más, debe demostrarse constantemente, y las dudas o las órdenes contradictorias del humano dominante pueden llegar causar luchas por el poder, por el ejercicio del mando, las cuales no ocurrirán si se trata de un perro poco apto, miedoso y, claro está, poco confiable para la defensa de la familia-jauría. En este caso si somos dueños de un perro de defensa debemos asumir con claridad nuestro rol dominante en la jauría, para que el perro sepa siempre que nosotros somos los que mandamos sin la menor duda posible.
De lo expuesto anteriormente, se deduce que la cualidad más importante que deben tener los perros de defensa es el equilibrio psíquico. Los animales desequilibrados, mordedores y muy agresivos, no sirven en este rol; por esto la policía y el ejército no emplean cualquier raza de perros para este fin, solamente los más equilibrados. Por ese motivo además, no son utilizadas razas con comportamientos demasiado combativos.
El pastor alemán, por ejemplo, raza sobre la cual recaen numerosas erróneas, resulta en realidad un perro de defensa muy equilibrado ya que cuenta con rápidas reacciones y siempre esta vigilante. Bien adiestrado, se convierte en un animal que presta un gran servicio debido a su inteligencia, rapidez de aprendizaje y fidelidad a la familia y sobre todo a su dueño.
En resumen, un buen perro de defensa deberá reunir características como serenidad y capacidad de asimilación con el fin de que pueda tolerar eventuales daños o castigos sufridos durante su trabajo, además debe poseer buen oído, olfato, vista, viveza, capacidad de ataque y defensa, una postura atenta e intuición con el fin de no alertar al dueño de forma innecesaria debido a estímulos distantes, que pueda crear un estado de tensión constante e innecesaria en aquellos a quienes cuida, además debe ser dócil, sociable y no excesivamente agresivo para que pueda acompañar al dueño en las diversas circunstancias en que este se encuentre y por ultimo ser fiel, decidido y animado para el cumplimiento de las tareas que se le encomienda. Debe ser un perro capaz de ser útil además de camarada del hombre y de la “manada”.
A esta altura, debemos comprender los motivos de la mayoría de los casos en que algunos dueños son agredidos por sus propios perros y lo peligroso de destinar ciertas razas a funciones para las que no fueron creadas o simplemente elegirlas debido a alguna moda, o porque algún conocido adquirió uno así, o nada más porque nos gusta el aspecto. Hay que tener bien claro que no todas las razas son adecuadas para este tipo de trabajo. No solo es cuestión de que el perro sea grande y bravo.
Es importante aclarar que parte de las responsabilidades de los criadores es el seleccionar para reproducir únicamente a ejemplares equilibrados, y descartar los animales nerviosos y a los individuos demasiado agresivos y poco sociables en relación a su raza. También deben ser descartados los cobardes, muy tímidos y neuróticos. Tampoco deben elegirse animales solamente por su apariencia. El criterio de las exposiciones, premiando según apariencia física y la elegancia (por pura convención y criterios meramente subjetivos sobre cual perro es mas “bonito” o “elegante”), condujo a muchas de las mejores razas a su decadencia tanto funcional como anatómica, transformándoles en perritos de adorno, con pelaje de “show”, conducta de pista y, en casa, histéricos incorregibles. El criador que descuida el carácter de los reproductores no hará un buen aporte, aspecto que debería ser obligatorio a las razas de guardia y de defensa.
Un procedimiento similar habría que seguir ante el posible nuevo propietario ya que se debería evaluar si hay correspondencia entre él como persona así como su familia y entorno y la raza que piensa adquirir como perro de defensa. Los mismos criadores deberían evaluar el lugar al que irá, incluidos los dueños, y valorar si estos son adecuados para tener un perro de estas características o más bien le convendría algo diferente.
Una equivocación común de las personas ha sido el adquirir perros para la defensa personal, como el pastor alemán, dobermann, el pastor belga o el rottweiler por ejemplo y luego los destinen a la guardia de su casa de campo o los abandone en el jardín, convirtiéndoles en cazadores de ladrones. Para este fin ciertamente es mejor adquirir una alarma electrónica, que no sufre o, no falla y no muerde a los amigos, familiares o los vecinos.
Las razas de perros de defensa fueron creadas para defendernos a nosotros los humanos, tal como su nombre lo indica por lo cual no deben emplearse en funciones de guardias para las que no fueron hechos. Si queremos un guardia, buscaremos un mastín, un bullmastiff, el fila brasileño o el que más nos convenga. Razas como estas son más que perfectas para labores de guardia, ya que custodian el terreno de su vivienda o industria.
Recordemos para finalizar que el perro de guardia (integrado al territorio del dueño) se comporta de forma más independiente del hombre, es un animal protector, pero sobre todo de bienes y territorio, mientras que el perro de defensa, puede cuidar las pertenencias de su amo, pero de forma más indirecta, ya que esta mas dedicado a cuidar a las personas. Aunque ambas son en apariencia funciones similares, la realidad es que no lo son. Cuando busque adquirir un perro de estos, lo mejor será que consulte con un experto que te indicará el tipo de raza que necesita y el entrenamiento que debe recibir.

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